viernes, 15 de junio de 2012
martes, 5 de junio de 2012
Los padres divorciados
Carrera : Counseling con orientación en logoterapia
Psicología Evolutiva - Segundo Año
ALUMNA: Lucía Urtubey
TÍTULO: LAS FAMILIAS
TEMA: Los padres divorciados.
Artículo consultado: “S. O. S.
padres. La batalla por los hijos”
Tras el divorcio,
muchos hombres penaban por quedar fuera de la vida de sus hijos y muchas veces
aceptaban que “los hijos son de la mamá”.
Hoy, los hombres
ejercen la paternidad con mayor compromiso y dedicación en la crianza y esto se
traduce en una actitud de defender su lugar ante los hijos.
Muchos se agrupan en
organizaciones no gubernamentales y denuncian que en muchas ocasiones la
justicia los discrimina y prejuzga. La mayoría de estas organizaciones están formadas
mayoritariamente por los padres, dado que, en la mayor parte de los casos, los
niños quedan con la madre. Reconocen la importancia de las normas que protegen
la vulnerabilidad de las mujeres pero luchan para dejar de ser víctimas de
generalizaciones estereotipadas que los coloca en el lugar de victimarios.
El sistema no termina
de enterarse que hubo un quiebre del modelo de familia tradicional, que ya no
hay roles estáticos. Muchos aún mantienen la idea de que la mujer es la
afectiva, la que se ocupa de la educación y la crianza y que el hombre es una
figura más bien periférica, es el que trabaja y de vez en cuando pega un
chirlo. El problema mayor es la falta de especialización en materia de derecho
de familia y que puede llegar a obstaculizar el vínculo entre padres e hijos.
En muchos casos son
las mujeres que entorpecen el contacto del padre con los chicos no cumpliendo
con el régimen fijado o denunciándolos por episodios de violencia que nunca
pudieron probarse o en el peor de los casos se ha comprobado que la violencia
hacia el hijo ha sido por parte de la madre. Se han comprobado casos en que los
chicos no asisten lo suficiente a la escuela o que la madre los deja solos,
encerrados, porque tienen que ir a trabajar.
En los casos de
obstrucción vincular los más perjudicados son los hijos.
Sergio Sinay nos dice,
en un apartado del artículo, que a mediados del siglo XX se empezaron a
cuestionar con intensidad creciente los modelos femenino y masculino
tradicionales. Las mujeres comenzaron a recuperar su derecho a desear, la
autonomía sobre su cuerpo, la posibilidad de incursionar en áreas sociales,
políticas, económicas, sexuales, profesionales y públicas.
Se promovió la demanda
de transformaciones en los hombres para que salieran del rígido y estrecho
molde del productor y proveedor económico, del competidor infalible, del
conquistador implacable, del administrador del mundo público, del acorazado
emocional, que se atrevieran al intercambio afectivo explícito, a las acciones
intuitivas, a explorar el universo de su propia sensualidad.
Se le reclamó al
hombre un mayor protagonismo amoroso expresado en acciones y en palabras, mayor
presencia en las rutinas cotidianas, más compromiso en lo vinculado a la salud,
educación, alimentación y en la agenda diaria de los hijos. Estos reclamos no
responden sólo a las necesidades de las mujeres sino, primordialmente, de los
hijos.
Muchos hombres
adoptaron ese modelo de paternidad presente, atenta, afectivamente nutricia,
amorosa y proveedora. Modelo masculino no sólo rico sino también enriquecedor.
Lamentablemente las
instituciones políticas y sociales quedan a menudo empantanadas en paradigmas
rígidos y arcaicos, no registran las transformaciones de la sociedad. Numerosas
decisiones judiciales les impide a ser padres presentes, se les prohíbe el
ejercicio cercano y amoroso de su paternidad, condenándolos a ser proveedores
económicos, desconfiando (a través de los fallos) de la capacidad masculina
para la crianza, el cuidado y el amor: es una justicia machista. No ve en el
hijo a una persona, lo ignora como tal, lo despoja de una fuente de amor
necesaria y conveniente en una pieza inerte del mecanismo jurídico.
Un dato importante a
tener en cuenta es que existe una Ley, la 24270 que sanciona penalmente al
padre o la madre que en forma deliberada obstruye el vínculo entre su hijo y el
otro progenitor.
Esta Ley fue
sancionada en 1993 para garantizar el derecho de un hijo de no ser separado de
ninguno de sus padres, excepto cuando corra algún tipo de peligro.
Esta Ley se sancionó
porque se considera que la obstaculización de vínculo es un delito. Muchos
jueces se resisten a intervenir por tratarse de cuestiones de familia y
cuestionan la ley. Lo adecuado en estos casos es que el juez ordene un
tratamiento psiquiátrico para el padre obstructor ya que la cárcel no resolvería
el problema de fondo.
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