martes, 9 de octubre de 2012
viernes, 13 de julio de 2012
A.M.D.G.: Ignacio de Loyola y Viktor Frankl
A.M.D.G.: Ignacio de Loyola y Viktor Frankl: Sinopsis de la experiencia existencial de Ignacio de Loyola y de Viktor Frankl En el siguiente artículo tiene una simple intención,...
martes, 10 de julio de 2012
Cuadro comparativo entre las fases de la dinámica grupal, el paradigma ignaciano y los niveles de comunicación
Carrera: Counseling con orientación en logoterapia
Asignatura : Dinámica de grupos I 2do año
Alumnos : Lucía Urtubey; Rubén Strina
Asignatura : Dinámica de grupos I 2do año
Alumnos : Lucía Urtubey; Rubén Strina
El
presente trabajo pretende realizar un cuadro comparativo sin más pretensión que
mostrar las coincidencias en el itinerario de estas tres maneras de abordar la
realidad.
Fases
de la Dinámica de Grupos
1. Etapa de
rodeos: Desde el comienzo el coordinador o facilitador comunica a los
miembros que el grupo gozara de libertad y que él asumirá la responsabilidad de
la dirección. Esto produce confusión inicial, silencio y tensión.
Se puede observar
que no hay continuidad en la comunicación entre los miembros del grupo.
Ejemplo: “Todo parece apuntar a querer resolver: ¿Quién
indicará lo que hay que hacer? ¿Quién es responsable de nosotros? ¿Cuál es el
propósito del grupo?”
2. Resistencia a
la expresión o exploración personal: Se caracteriza por la resistencia a la
exploración personal para revelar su yo privado, mostrando el yo público por
falta de confianza en el grupo y el temor a desenmascararse. En el transcurso
de este periodo es probable que algunos individuos revelen actitudes bastantes
personales, esto tiende a provocar una reacción ambivalente en los demás
miembros.
Ejemplo: “Trato de parecer hábil, experto, sereno, sin
problemas. Si doy a conocer mis pensamientos revelarían un yo imperfecto. Mi yo
interior se caracteriza por muchas dudas. A veces siento mi yo interior carente
de valor”
3. Descripción
de sentimientos del pasado: Hacen
énfasis en los acontecimientos externos. Comienzan a expresar sus sentimientos
actuales pero los ubican en el pasado, como si no correspondieran al “aquí y
ahora” sino “allí y entonces”
Ejemplo: Cuando pierdo los estribos, la clase de persona
que desata mi ira es la que parece insensible hacia la gente. Tiene el poder de
irritarme, de despertar mi ira”
4. Expresión de
sentimientos negativos: Comienzan a aparecer sentimientos de censura y
enojo “aquí y ahora” hacia el facilitador o hacia otros miembros del grupo.
Ejemplo: Cuando
los miembros del grupo se presentaron con bastante lujo de detalles, una mujer
se negó y un integrante la atacó con vigor y airadamente por no colaborar, por
mantenerse a distancia y verse irrazonable”
5. Expresión y
exploración de material personalmente significativo: Es probable que algún
individuo se revele ante el grupo en forma significativa es indudable que esto
obedece a que ese miembro ha llegado a comprender que en parte este es su
grupo.
Esta exploración no
siempre constituye un proceso fácil.
Ejemplo: Cuando uno de los miembros del grupo comunica que
violó a su hermana, se produce la aceptación de unos y el rechazo de otros pero
reconoce que le duele hablar de eso pero que siente que debe hacerlo para no
cargar con la culpa el resto de su vida.
6. Expresión de
sentimientos interpersonales inmediatos dentro del grupo: En este momento
comienzan a expresarse sentimientos inmediatos que un miembro experimenta hacia
otro. A veces son positivos, otras negativos.
Ejemplo: “Me resultaste antipático desde el primer momento
que te vi”“Me gusta tu cordialidad y tu sonrisa”
7. Desarrollo en
el grupo de la capacidad de aliviar el dolor ajeno: Se observa como ciertos
miembros muestran una aptitud natural y espontánea para encarar el dolor y el
sufrimiento de los otros, en forma útil, facilitadora y terapéutica.
Ejemplo: Se cita el caso de un jefe de mantenimiento de
una fábrica al que los integrantes del grupo, en las primeras sesiones lo menospreciaban,
pero cuando comenzaron a expresar sus actitudes, él se destacó por su capacidad
de aceptación y comprensión. Tenía una actitud profundamente perceptiva y
facilitadora”
8. Aceptación de
sí mismo y comienzo del cambio: Los individuos se van aceptando más a si
mismo, se encuentran contentos tal y como son, con sus virtudes y con sus defectos.
Aceptan toda su experiencia como suya y cuando comienzan a cambiar.
Ejemplo: Un funcionario del gobierno que aparentaba ser un
hombre frío, retraído, amargo, resentido, cínico, en una de las sesiones
iniciales, al hablar de su esposa, uno de los miembros le preguntó “¿La
quiere?”. Luego de un silencio respondió que se preguntaba si había amado
alguna vez a alguien. En el transcurso de la sesiones fue expresando sus
sentimientos ante el dolor ajeno y al finalizar la semana meditó sobre nuevas
formas de tratar a su hijo adolescente al que había tratado, hasta entonces,
con mucho rigor.
9. Resquebrajamiento
de la fachada: Poco a poco van desapareciendo las máscaras. Con el correr
del tiempo al grupo le resulta intolerable que algún miembro viva detrás de una
mascara o apariencia social.
Ejemplo: A veces de manera amable o casi con brutalidad se
exige que el individuo sea el mismo, pero cuando ven que sufre y hasta parece
que va a llorar, lo tratan con cordialidad, lo que permite que pueda contar su
historia personal, que lo hubiera llevado a construir esa máscara.
10. El individuo
recibe realimentación: En este proceso de interactuar expresándose
libremente, el individuo recibe gran cantidad de datos acerca de cómo aparece
ante los demás.
Ejemplo: Un joven se siente muy poco querido y se lo
comunica al grupo diciendo que tampoco ellos le inspiran afecto. Cuando uno de
los miembros le propone descentrarse de sus sentimientos y que se distienda,
sintió como si amaneciera un nuevo día
11. Enfrentamiento:
En la realimentación hay momentos en que un individuo enfrenta al otro y
pareciera ser negativo, pero luego terminan reconciliándose, se hacen más tolerantes
y tolerables y terminan comprendiéndose.
Ejemplo: Ante la
actitud negativa de un miembro hacia otros, un tercero interviene y le comunica
su desaprobación en forma negativa.
12. La relación asistencial fuera de las
sesiones de grupo: Se observa la ayuda mutua que se brindan los miembros
del grupo fuera de las sesiones grupales. Cada uno es un co-terapeuta.
Ejemplo: Dos personas salen a conversar, uno de ellos ha
encontrado en la otra persona su
comprensión, apoyo experiencia y afecto
13. El encuentro
básico: Los individuos establecen entre sí un contacto mas íntimo y
directo es uno de los aspectos más
centrales intensos y generadores de cambio de la experiencia grupal.
En estas sesiones
grupales se produce con cierta frecuencia relaciones Yo-Tu.
Ejemplo: Una mujer “había enterrado bajo una capa de
hormigón muchos sentimientos”. Esperaba el taller grupal con sus últimas
migajas de esperanza en medio de la desesperación. Narra que sentía que no
había en el mundo un solo hombre que la quiera. Pero un día, ya en el grupo,
habiéndole dicho en broma a uno de los miembros que “nadie podía llorar apoyado
en tu hombro”, éste le rodeó sus hombros con el brazo y ese gesto fue un
verdadero punto crítico: alguien parecía interesarse en forma genuina por ella
y eso la hizo sentir abrumada. Recibió ese gesto como una de las primeras
manifestaciones de aceptación de su persona tal cual era, “así de estúpida, con
todas mis mañas. Me sentí necesitada, amante, competente furiosa, frenética,
pero sobre todo querida, sencillamente”, y le invadió “una ola de gratitud,
humildad y liberación”
14. Expresión de
sentimientos positivos y acercamiento mutuo: A medida que las sesiones se
suceden va creciendo la sensación de cordialidad y confianza y el espíritu de
grupo de brotan de una autenticidad que incluye sentimientos positivos y
negativos.
Ejemplo: Dos personas se encontraban discutiendo y la
coordinadora se puso a llorar, el grupo trata de comprenderla de saber que le
pasaba y que contaba con ellos.
15. Cambio de
conductas en el grupo: Los gestos se modifican, el tono de voz es más
espontáneo, menos impostado, más emotivo. Los miembros manifiestan una
asombrosa capacidad para brindarse mutua solicitud y asistencia.
Ejemplo: “Soy más franca y espontánea, más comprensiva,
empática y tolerante. Me expreso con mayor soltura. Me siento más segura. Mis
relaciones son sinceras y expreso en forma abierta mis sentimientos. Estoy muy
dispuesta a admitir mi ignorancia. Me muestro más jovial y ha aumentado mi
voluntad de ayudar a los demás”
Desventajas
La deficiencia más
obvia de la experiencia grupal intensiva es que, con frecuencia, los cambios de
conducta, si tienen lugar, no son perdurables.
El individuo puede
enfrascarse en la revelación de sí mismo y quedar con problemas sin elaborar
por completo. Hubo personas que necesitaron recurrir a un terapeuta para profundizar
los sentimientos que habían salido a la luz de la experiencia y permanecían sin
resolver.
Cuanto más positivo
es el desenvolvimiento del proceso grupal, menos probable es que al individuo
se le genere un daño psicológico.
Un frecuente efecto
posterior de la experiencia grupal intensiva es que pone al descubierto
tensiones que se han mantenido ocultas en los miembros del grupo.
A veces a provocada
verdadera inquietud en los laboratorios intensivos mixtos, el hecho de que
entre los miembros del grupo de encuentro pueden desarrollarse sentimientos muy
positivos, cálidos y afectuosos. Algunos poseen un inevitable componente
sexual, y si no se aclaran de manera satisfactoria en el laboratorio, pueden
crearles graves preocupaciones a los participantes y constituir una seria
amenaza para sus cónyuges.
Otro elemento
potencialmente negativo de los grupos de encuentro. Los individuos que ya han
participado en grupos de este tipo pueden ejercer una influencia anuladora en
los nuevos laboratorios a los que concurren.
Ventajas
La experiencia de
capacitación grupal intensiva surte efectos terapéuticos que son contundentes.
Los miembros
comprenden que sus problemas no son únicos.
Es una aproximación
eficaz para ayudar a los individuos a resolver sus problemas.
La interacción
entre sus miembros se considera la principal fuente de mejora y el trabajo del
facilitador es controlar y acompañar estas interacciones.
El tipo de cambio
que se observa con mayor frecuencia es que el individuo comienza a percibir su
mundo de una manera diferente. Las circunstancias pueden no variar apreciablemente
pero cambia su percepción de la situación y su conducta en las mismas.
Niveles
de comunicación
- Nivel
neutro: Son las relaciones secundarias, de imagen social a imagen
social. Ejemplo: médico-paciente, en que la mayoría de las veces nos
comunicamos superficialmente, hablamos de la enfermedad pero no vamos más
a fondo.
2.
Nivel exterior de la personalidad: Nos comunicamos
sobre nuestro entorno exterior, que no implica en nosotros ningún riesgo. En
este nivel se colocan nuestras conversaciones sobre el tiempo, la política, las
teorías, etc. En dichas conversaciones hacemos referencia a terceras personas,
no hablamos de nosotros sino de lo que dicen otros o de lo que sucede alrededor
nuestro.
3.
Niveles interiores: En este nivel ya tomamos parte
directamente. Los diálogos que entablamos afectan nuestra personalidad y
suponen alguna manifestación de nuestra intimidad. Podemos ir de menor a mayor
profundidad:
La periferia de
la intimidad: En este campo se colocan las comunicaciones sobre nuestras
experiencias de trabajo, nuestros intereses profesionales o personales,
nuestros gustos y actividades preferidas, nuestras relaciones familiares,
amistades, etc.
El centro de la
intimidad: Sería el campo de las vivencias, propiamente llamado.. Nuestro mundo
interior es mucho más rico y variable que el exterior, pero mucho más
difícilmente comunicable. Cada uno podría describirlo de la manera más diversa,
pero tal vez, de una u otra manera, las realidades vendrían a ser las
siguientes:
-Los sentimientos y las emociones: Lo que sentimos sobre los
otros, los acontecimientos y nosotros mismos.
-Los valores: ¿Cómo valoramos al mundo y a las personas? ¿Cuál es,
en definitiva, nuestra jerarquía de valores?
-Las experiencias vitales: Son nuestra historia íntima con sus
éxitos y fracasos, nuestros deseos y esperanzas; lo que esperamos de la vida y
los planes que nos hemos forjado sobre nuestro futuro.
-Nuestras actitudes de vida: ¿Qué posiciones íntimas hemos tomado
ante la vida? ¿Cuáles son nuestras actitudes fundamentales frente a la vida que
definen nuestra personalidad y que explican el por qué de nuestras relaciones?
Paradigma Ignaciano
1. CONTEXTUALIZAR LA REALIDAD
Es poner el tema,
el hecho y sus protagonistas en su realidad, en sus circunstancias. La
contextualización consiste en situar en su circunstancia al sujeto y a aquel
aspecto de la realidad que se quiere experimentar, conocer, apropiar y
trasformar.
2. EXPERIMENTAR
Enfrentado el
propio contexto —“La vera historia”— San Ignacio invita a que quien se
ejercita “sienta internamente” lo que
ve, mira, contempla. Esto lleva a experimentar, a sentir tristeza, vergüenza,
confusión ante el mal; gozo, impulso para entender dónde y por qué se
experimenta eso; deseo de seguir adelante; anhelo de encontrar cómo salir de
tal situación o cómo responder ante tanto bien recibido.
La experiencia, en
este sentido, es la apertura radical del sujeto a toda la realidad.
3. REFLEXIONAR
Este tercer
elemento del Paradigma es el que más propiamente recoge la actividad
intelectual. Es el lugar en que se da la apropiación y por ende su
humanización. En los Ejercicios, este paso se designa como Reflectir.
4. ACCIÓN
El proceso que
vamos describiendo quedaría truncado si terminara en el entendimiento, la
verificación y el juicio crítico sobre la materia o experiencia estudiada. El
aporte decisivo de la
Pedagogía Ignaciana consiste en desafiar a la persona a dar
un paso más: asumir una postura personal frente a la verdad descubierta,
revelada o construida y a actuar en coherencia con ella.
5- EVALUACIÓN
Por evaluación se
entiende una revisión de la totalidad del proceso pedagógico seguido a lo largo
de cada uno de los pasos del Paradigma, para verificar y ponderar en qué medida
se han realizado fiel y eficientemente y, por otra parte, en qué grado se han
obtenido los objetivos perseguidos, en términos de cambio y trasformación
personal, institucional y social.
La evaluación, por lo tanto tiene en
consideración necesariamente dos aspectos
1. Revisión de procesos
2. Ponderación y pertinencia de
resultados.
Paradigma Ignaciano
|
Fases de la dinámica grupal
|
Niveles de comunicación
|
|
contexto
|
1-
Etapa de
rodeos
2-
Resistencia a
la exploración o exploración personal
3-Descripción de sentimientos del pasado
|
Nivel
neutro
Nivel
exterior de la personalidad
|
|
experiencia
|
1-
Expresión de
sentimientos negativos
|
Periferia de la intimidad
|
|
reflexión
|
1-
Expresión y
exploración del material significativo
2-
Expresión de sentimientos
interpersonales inmediatos
3-
Desarrollo de la capacitación de aliviar el dolor
ajeno
4-
Aceptación de
si mismo y comienzo del cambio
|
Centro de la intimidad.
Se
comienzan a compartir vivencias significativas
|
|
acción
|
1-
Resquebrajamiento
de las fachadas
2-
El individuo
recibe retroalimentación
3-
Enfrentamiento
4-
La relación
asistencial fuera de las sesiones del grupo
5-
Encuentro
básico
6-
Expresión de
sentimientos positivos y acercamiento mutuo
|
Centro de la intimidad
Se
comparten sentimientos y valores. Alto
grado de exposición personal y solidaridad
|
|
evaluación
|
1-
Seguimiento de los cambios de conducta
iniciados en el grupo.
|
||
viernes, 15 de junio de 2012
martes, 5 de junio de 2012
Los padres divorciados
Carrera : Counseling con orientación en logoterapia
Psicología Evolutiva - Segundo Año
ALUMNA: Lucía Urtubey
TÍTULO: LAS FAMILIAS
TEMA: Los padres divorciados.
Artículo consultado: “S. O. S.
padres. La batalla por los hijos”
Tras el divorcio,
muchos hombres penaban por quedar fuera de la vida de sus hijos y muchas veces
aceptaban que “los hijos son de la mamá”.
Hoy, los hombres
ejercen la paternidad con mayor compromiso y dedicación en la crianza y esto se
traduce en una actitud de defender su lugar ante los hijos.
Muchos se agrupan en
organizaciones no gubernamentales y denuncian que en muchas ocasiones la
justicia los discrimina y prejuzga. La mayoría de estas organizaciones están formadas
mayoritariamente por los padres, dado que, en la mayor parte de los casos, los
niños quedan con la madre. Reconocen la importancia de las normas que protegen
la vulnerabilidad de las mujeres pero luchan para dejar de ser víctimas de
generalizaciones estereotipadas que los coloca en el lugar de victimarios.
El sistema no termina
de enterarse que hubo un quiebre del modelo de familia tradicional, que ya no
hay roles estáticos. Muchos aún mantienen la idea de que la mujer es la
afectiva, la que se ocupa de la educación y la crianza y que el hombre es una
figura más bien periférica, es el que trabaja y de vez en cuando pega un
chirlo. El problema mayor es la falta de especialización en materia de derecho
de familia y que puede llegar a obstaculizar el vínculo entre padres e hijos.
En muchos casos son
las mujeres que entorpecen el contacto del padre con los chicos no cumpliendo
con el régimen fijado o denunciándolos por episodios de violencia que nunca
pudieron probarse o en el peor de los casos se ha comprobado que la violencia
hacia el hijo ha sido por parte de la madre. Se han comprobado casos en que los
chicos no asisten lo suficiente a la escuela o que la madre los deja solos,
encerrados, porque tienen que ir a trabajar.
En los casos de
obstrucción vincular los más perjudicados son los hijos.
Sergio Sinay nos dice,
en un apartado del artículo, que a mediados del siglo XX se empezaron a
cuestionar con intensidad creciente los modelos femenino y masculino
tradicionales. Las mujeres comenzaron a recuperar su derecho a desear, la
autonomía sobre su cuerpo, la posibilidad de incursionar en áreas sociales,
políticas, económicas, sexuales, profesionales y públicas.
Se promovió la demanda
de transformaciones en los hombres para que salieran del rígido y estrecho
molde del productor y proveedor económico, del competidor infalible, del
conquistador implacable, del administrador del mundo público, del acorazado
emocional, que se atrevieran al intercambio afectivo explícito, a las acciones
intuitivas, a explorar el universo de su propia sensualidad.
Se le reclamó al
hombre un mayor protagonismo amoroso expresado en acciones y en palabras, mayor
presencia en las rutinas cotidianas, más compromiso en lo vinculado a la salud,
educación, alimentación y en la agenda diaria de los hijos. Estos reclamos no
responden sólo a las necesidades de las mujeres sino, primordialmente, de los
hijos.
Muchos hombres
adoptaron ese modelo de paternidad presente, atenta, afectivamente nutricia,
amorosa y proveedora. Modelo masculino no sólo rico sino también enriquecedor.
Lamentablemente las
instituciones políticas y sociales quedan a menudo empantanadas en paradigmas
rígidos y arcaicos, no registran las transformaciones de la sociedad. Numerosas
decisiones judiciales les impide a ser padres presentes, se les prohíbe el
ejercicio cercano y amoroso de su paternidad, condenándolos a ser proveedores
económicos, desconfiando (a través de los fallos) de la capacidad masculina
para la crianza, el cuidado y el amor: es una justicia machista. No ve en el
hijo a una persona, lo ignora como tal, lo despoja de una fuente de amor
necesaria y conveniente en una pieza inerte del mecanismo jurídico.
Un dato importante a
tener en cuenta es que existe una Ley, la 24270 que sanciona penalmente al
padre o la madre que en forma deliberada obstruye el vínculo entre su hijo y el
otro progenitor.
Esta Ley fue
sancionada en 1993 para garantizar el derecho de un hijo de no ser separado de
ninguno de sus padres, excepto cuando corra algún tipo de peligro.
Esta Ley se sancionó
porque se considera que la obstaculización de vínculo es un delito. Muchos
jueces se resisten a intervenir por tratarse de cuestiones de familia y
cuestionan la ley. Lo adecuado en estos casos es que el juez ordene un
tratamiento psiquiátrico para el padre obstructor ya que la cárcel no resolvería
el problema de fondo.
miércoles, 23 de mayo de 2012
SOBRE LA SEGURIDAD
por Rubén Strina sj
Segundo año
Carrera : Counseling con orientación en logoterapia
Cátedra: Piscología evolutiva
Toda
vez que se habla de las necesidades
básicas de los niños, escuchamos las palabras "lo que necesitan es
seguridad". A veces nos parece una afirmación sensata y otras,
experimentamos algunas dudas.
¿Qué significa la palabra
"seguridad"?
Los padres sobreprotectores despiertan
angustia en sus hijos, y los que no son confiables los confunden y atemorizan.
Así, es posible que los padres proporcionen excesiva seguridad y, por otro
lado, sabemos que los niños realmente necesitan sentirse seguros. ¿Cómo podemos
aclarar este problema?
Los
padres que logran mantener un hogar unido, proporcionan de hecho algo que es de
inmensa importancia para sus hijos, y, naturalmente, cuando aquéllos se separan
los hijos sufren las consecuencias. Pero si se nos dice simplemente que los
niños necesitan seguridad, sentimos que algo falta en esa afirmación. Los niños
encuentran en la seguridad una especie de desafío, un desafío que los lleva a
demostrar que pueden escapar. Llevada a su extremo la afirmación de que la
seguridad es algo bueno implicaría que una prisión es un buen lugar donde
crecer, lo cual es absurdo. Desde luego, la libertad del espíritu puede
conservarse en cualquier parte, incluso en una prisión. Esto es, que la
sujeción física no es lo único que debe tenerse en cuenta. Pero las personas
deben vivir con libertad a fin de vivir con imaginación. La libertad es un
elemento esencial, algo que permite a las personas desarrollar lo mejor que hay
en ellas; sin embargo, debemos admitir que hay individuos que no pueden vivir
en libertad porque experimentan temor con respecto a sí mismos y al mundo. Para
esclarecer estas ideas, pienso que debemos considerar al niño, al adolescente y
al adulto, y seguir la evolución, no sólo
de las personas individuales, sino también de lo que ellas necesitan del medio
a medida que crecen. Sin duda, es un signo de crecimiento sano el que los
niños comiencen a poder disfrutar de la libertad que se les va otorgando
gradualmente. ¿Cuál es nuestra meta en la educación de los niños?
Confiamos en que cada uno de ellos adquirirá gradualmente una
sensación de seguridad, y en que en su interior se establezca una creencia en
algo, algo que no sólo es bueno, sino también confiable y durable, o que puede
recuperarse aún después de que ha sido dañado o se ha extinguido.
La
pregunta es: ¿cómo se produce este desarrollo de un sentimiento de seguridad?
¿Qué lleva a ese estado satisfactorio de cosas en que el niño tiene confianza
en las personas y las cosas que lo rodean? ¿Qué trae corno consecuencia esa
cualidad que llamarnos autoconfianza? ¿Lo importante aquí es un factor innato o
personal o bien la enseñanza moral? ¿Es necesario predicar con el ejemplo? ¿El
medio debe proporcionar lo necesario para producir el efecto deseado?
Podríamos
examinar las etapas del desarrollo emocional por la que cada niño debe pasar a
fin de convertirse en una persona sana y, eventualmente, adulta, y, de paso,
referirnos a los procesos innatos del crecimiento y a la forma, necesariamente
muy compleja, en que los seres humanos se vuelven personas por derecho propio.
Con
todo, quisiera considerar aquí la provisión del medio, nuestro propio papel y
el de la sociedad con respecto a nosotros.
El
medio es el que permite que cada niño crezca, pues, si no es confiable, el
crecimiento personal no puede tener lugar, o bien resulta distorsionado.
Además,
y dado que no hay dos niños que sean exactamente iguales, debemos adaptarnos
específicamente a las necesidades de cada uno. Ello significa que quien tenga a su cuidado una criatura debe
conocerla y actuar sobre la base de una relación personal y viva con ella, y no
basándose en lo que ha aprendido y aplicándolo en forma mecánica.
Por el hecho de estar presentes, confiables y congruentes,
proporcionamos una estabilidad que no es rígida, sino viva y humana y eso hace
que el niño se sienta seguro, y pueda crecer. Este es el tipo de relación que
puede absorber e imitar.
Cuando
ofrecemos seguridad hacemos dos cosas a la vez.
A)
Por un lado, y
gracias a nuestra ayuda, el niño está a salvo de lo inesperado, de innumerables
intrusiones desagradables y de un mundo que no conoce ni comprende,
B)
Por otro, lo
protegemos de sus propios impulsos y de los efectos de esos impulsos.
Es innecesario señalar que los niños muy pequeños
no pueden prescindir de nuestros cuidados ni manejarse por su cuenta. Necesitan
que los sostengan, que los lleven de un lado a otro, que los laven, los
alimenten, los mantengan a la temperatura adecuada y los protejan de las
corrientes de aire y los golpes. Necesitan
que alguien haga frente a sus impulsos y nos necesitan para que su
espontaneidad tenga sentido. En esta
temprana etapa las cosas no son muy difíciles porque, en la mayoría de los
casos, el niño cuenta con una
madre que, durante un tiempo, se ocupa casi exclusivamente de las necesidades
de su hijo. Durante este período el
niño está protegido. Cuando una madre tiene éxito en esta etapa, el resultado
puede ser un niño cuyas dificultades
corresponden realmente a la vida y a los conflictos inherentes a los
sentimientos vivos, y no a los choques con el mundo. Así, en la mayoría de
las circunstancias satisfactorias, en la seguridad del cuidado que se le
proporciona al niño, éste comienza a llevar una vida personal e individual.
Muy pronto
los niños empiezan a defenderse de la inseguridad, pero durante las primeras
semanas y meses, están muy débilmente establecidos como personas y, si carecen
de apoyo, los factores adversos distorsionan su desarrollo. El niño que ha conocido la seguridad en
esa temprana infancia comienza a abrigar la expectativa de que no "le
fallarán". Frustraciones, sí, eso
es inevitable, pero que le fallen, eso no.
Lo
que nos interesa aquí es qué ocurre cuando se establece en el niño un
sentimiento de seguridad. Pienso que se
inicia entonces una prolongada lucha contra la seguridad, esto es, la que
proporciona el medio. Después del período inicial de protección, la madre
permite gradualmente que el mundo haga su aparición, y el niño pequeño
aprovecha ahora cada nueva oportunidad para la libre expresión y la acción
impulsiva. Esta guerra contra la
seguridad y los controles continúa durante toda la infancia, a pesar de lo cual
los controles siguen siendo necesarios. Los padres siguen estando listos con
sus medidas disciplinarias, con sus muros de piedra y sus barrotes de hierro,
pero, en la medida en que saben cómo es cada uno de sus hijos y les preocupa su
evolución como personas, aceptan de buen grado el desafío de los niños.
Continúan actuando como custodios de la paz, pero saben que habrá desobediencia
e incluso revolución. Por fortuna, en la mayoría de los casos tanto los niños
como los padres encuentran algún alivio para esta situación en la esfera de la
imaginación y el juego, y a través de las experiencias culturales. Con el
correr del tiempo, y si son sanos, los niños se vuelven capaces de conservar un
sentimiento de seguridad frente al peligro manifiesto, como sucede cuando un
progenitor se enferma o muere, cuando alguien se comporta mal o cuando un hogar
se desintegra por un motivo o por otro.
LA NECESIDAD DE PONER A
PRUEBA LAS MEDIDAS DE SEGURIDAD
Los niños
necesitan comprobar constantemente si pueden seguir confiando en sus padres, y estas pruebas continúan a veces hasta que los
niños ya están en condiciones de ofrecer protección a sus propios hijos, y aun
después. Los adolescentes, en particular, ponen a prueba todas las medidas de
seguridad y todas las reglas y reglamentos. Así, habitualmente sucede que los
niños aceptan la seguridad como un supuesto básico; creen en el cuidado paterno
y materno porque lo han conocido. Abrigan
un sentimiento de seguridad que se ve continuamente reforzado por las pruebas a
que someten a sus padres y a sus
familias, a sus maestros y amigos, y a todas las personas que conocen. Habiendo comprobado que llaves y cerrojos
están realmente echados, proceden a forzarlos. Lo hacen una y otra vez, o bien se quedan acurrucados en la cama,
escuchando discos con canciones tristes y sintiéndose totalmente inútiles.
¿Por qué los adolescentes
en particular hacen estas pruebas?
Ello parece
deberse sobre todo a que experimentan sentimientos intensos y atemorizantemente
nuevos, y quieren estar seguros de que los controles externos no han
desaparecido. Pero, al mismo tiempo, deben demostrarse que pueden .liberarse de
esos controles y afirmarse como individuos.
Los niños sanos necesitan
a su alrededor personas que sigan conservando el control, pero deben ser
personas hacia las que sea posible experimentar
amor y odio, rebeldía y dependencia; los controles mecánicos resultan inútiles, y
el temor nunca es un buen motivo para la obediencia. Siempre
es la relación viva entre las personas lo que permite el verdadero crecimiento, el cual gradualmente, con el correr del tiempo,
hace que el niño o el adolescente adquiera un sentido adulto de la
responsabilidad, sobre todo en lo concerniente a proporcionar seguridad a los
niños de la nueva generación.
Esto es lo que
hacen los artistas creadores de todo tipo.
Cumplen una función muy valiosa para nosotros, porque crean( valores creativos)
constantemente nuevas formas y las
abandonan, pero sólo para crear otras nuevas. Los artistas nos permiten
mantenernos vivos, cuando las experiencias de la vida real amenazan con
destruir nuestra sensación de estar vivos y de ser reales. Más que cualquier
otro individuo, el artista nos recuerda que la lucha entre nuestros impulsos y
el sentimiento de seguridad, ambos vitales para nosotros, es una lucha eterna
que tiene lugar en el interior de cada uno de nosotros mientras alienta la vida.
Así, pues, los
niños sanos desarrollan suficiente confianza en sí mismos y en las otras
personas como para odiar los controles externos de todo tipo, pues ahora éstos
se han transformado en autocontrol. En
tales circunstancias, el conflicto se resuelve por anticipado dentro de la
persona.
Por consiguiente, esta es mi manera de ver las cosas: las
circunstancias favorables en las etapas
tempranas conducen a un sentimiento de seguridad, y éste, al autocontrol
que, cuando se constituye en un hecho, hace que la seguridad impuesta sea un
insulto.
lunes, 21 de mayo de 2012
“El sistema parental narcisista”
Carrera : Counseling con oritentación en logoterapia
Cátedra : Psicología Evolutiva 2do. año
por Mariano García Mollo
Alumno de segundo año
“Padres no exasperéis
a vuestros
hijos”
(Efesios
6,4)
Los niños de padres narcisistas llegan a
terapia con dificultades que se originan en el mismo sistema de relaciones
parentales. Los profesionales que
interactúan con el niño pueden tener algunas dificultades a la hora de
registrar este tipo de familia disfuncional debido a su apariencia de “normalidad”.
En este artículo intentaremos ponernos principalmente en el lugar de aquellos
niños que sufren las consecuencias de la neurosis o del trastorno narcisista de
personalidad ( DSM-4: F60.8/301.81) de uno o ambos padres. Finalmente, y a modo
de ejemplo presentaremos dos casos de
adultos sobrevivientes a esta manera tergiversada de “ser familia” que
trasciende todas las épocas y culturas aunque en la nuestra especialmente se
halla muy difundida.
Definición de familia
funcional y disfuncional:
Comencemos
con una posible definición de familia
funcional para llegar luego a la de familia disfuncional en general. Ambos conceptos provienen
de la psicología y encuentran su sentido en el “rol” o “función” que la familia
debe aportar a la sociedad como desarrolladora e integradora de las capacidades
del niño hasta su madurez, es decir como persona en todas sus dimensiones,
física, psíquica, y espiritual. Entendiendo por “desarrollo maduro” o “saludable”
al proceso por el cual un joven llega a la adultez en condiciones de satisfacer
sus propias necesidades vitales, emocionales y trascendentes, como la de las eventuales
personas o niños a su cargo, integrándose él mismo y ayudando a integrar en la sociedad de manera positiva y competente
a cada niño según sea el caso.
Es así que podemos esbozar una definición de familia
disfuncional como:
“Aquella en la cual los continuos
conflictos, las conductas regulares inadecuadas, o incluso el
abuso por parte de algún miembro de la familia, obligue a uno o más miembros de
la misma, a realizar un esfuerzo de adaptación de tales acciones que conlleve
trastornos psico-físicos o emocionales que dificultarán el proceso de inclusión
del niño en la sociedad de una manera positiva y competente según sea el caso”.
Errores de percepción
en el diagnóstico de la familia narcisista:
El primer
error de percepción lo debe enfrentar el niño, pues en la mayoría de los casos crecen
dando por hecho que tal disposición del sistema parental es normal.
Llegando incluso a pensar que el discordante, defectuoso, equivocado o digno de
ser culpado es él.
Un segundo
error de percepción lo padece el entorno del niño, pues a menudo no hay registro
de que una familia “intacta” pueda
ser disfuncional. Como resultado de esto, los amigos, la familia extensa y los
maestros de estos niños pueden ser completamente inconscientes de tal
situación. Incluso el niño puede ser injustamente acusado como “problemático” por sus padres, y puesto
aún bajo un estrés mayor que el que deben soportar otros niños que han crecido
en otros tipos de familias disfuncionales que no presenten síntomas de neurosis
o trastorno narcisista de la personalidad.
Un tercer
error de percepción es la creencia de que “familia
disfuncional” es sinónimo inmediato de padres separados o familias
ensambladas (no incluimos aquí el caso de niños criados en hogares formados por
parejas del mismo sexo, que debe ser tratado a parte debido a la falta de
investigación y resultados estadísticos comprobados científicamente). Esto se
debe a que en algunos casos el necesario complemento padre/madre, la tolerancia
y el diálogo intra-familiar puede quedar salvaguardado por el compromiso que
los padres separados asumen frente a las necesidades de sus hijos. Sin embargo,
esto no significa necesariamente que para el niño ver separados a sus padres constituya
una situación normal para él, por más estable y amigable que permanezca la
relación.
Un último
error de percepción menos común pero vigente aún en nuestros días es aquel que estigmatiza
o reduce el concepto de familia disfuncional a aquellas que se ven privadas o carentes
de recursos materiales.
El Sistema Narcisista
original (Narciso y Eco)
A pesar de que el personaje de la mitología
griega llamado Narciso (Νάρκισσος) es muy conocido, no sucede lo mismo con la trama
completa de esta interesante tragedia. En sus dos versiones tanto la original griega
como la latina legada por Ovidio en su libro “Las metamorfosis” (ca. 43 a.C) se ha querido personificar dos tipos
distorsionados de amor, uno dependiente y reflectivo incapaz de amarse a sí
mismo en la persona de “Eco”, y otro
ego centrado y auto destructivo en la persona de “Narciso”. Es, de la relación entre estos dos personajes de la
leyenda que podemos derivar el nombre de familia
narcisista.
El mito
La tragedia comienza a gestarse ya desde la
concepción del niño Narciso, puesto que él es fruto de la violencia sexual. El
dios-río Cefiso, después de raptar y violar a la náyade Liriope, engendró en
ella a un joven de espléndida belleza, a quien dieron por nombre Narciso.
Preguntado sobre si el recién nacido tendría una larga vida, Tiresias, el sabio
capaz de predecir el futuro, contestó crípticamente «Sí, siempre y cuando nunca
se conozca a sí mismo.» A lo largo de su vida, Narciso, va a provocar en
hombres y mujeres, mortales y dioses, grandes pasiones, a las cuales no
responde por su incapacidad para amar y para reconocer al otro. Según el relato
de Ovidio, entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien
había disgustado a Hera y por ello ésta le había condenado a repetir las
últimas palabras de todo cuanto se le dijera sin poder expresarse ella por sí
misma. Eco fue, por tanto, incapaz de hablarle a Narciso de su amor por él,
pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus
compañeras y siguió a su amado hasta que sus ruidos develaron su presencia. Al
oír el ruido de las ramas Narciso preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco contenta
respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre los árboles, él le
gritó: «¡Ven!». Después de responder: «Ven, ven», Eco salió de entre los
árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor.
Tentado por Afrodita, al contemplar su imagen en el espejo de la superficie del
agua, sintió una fascinación por su propia imagen de la que no pudo sustraerse.
No podía tocar ni abrazar al ser que veía reflejado en el agua, pero tampoco
podía apartar su vista de él. Subyugado por la bella imagen de sí mismo que le
devolvía el río, se retrajo de toda posible relación amorosa con otros seres, e
incluso de atender sus propias necesidades básicas. En una contemplación
absorta de sí mismo acabó arrojándose a las aguas y muriendo ahogado en su
propia imagen. Finalmente, en el sitio donde su cuerpo había caído, creció una
hermosa flor de olor repugnante llamada Narciso. Mientras tanto, Eco, consumida
de melancolía, se retiró a una cueva donde su cuerpo se consumió, quedando de
ella solo una voz sin forma que repite, en la lejanía, la última frase o sílaba
que se pronuncie.
El sistema parental
narcisista:
Una lectura
completa del mito nos permite hacer una impresionante alegoría de las
relaciones interactivas de una familia narcisista.
Eco (el niño) ha perdido toda la
capacidad de formar sus propias palabras y sólo puede repetir lo que pronuncian
los demás. Cuando se enamora de Narciso, lo sigue con la esperanza de que algún
día el vaya a pronunciar palabras de amor que ella pueda entonces repetir. Eco
representa la persona-niño tratando de ganar la atención y aprobación que
necesita, convirtiéndose en un reflejo reactivo de las necesidades de sus
padres. Eco no ha podido desarrollar la capacidad para encontrar su propia
“voz” – es decir, para reconocer sus propios deseos y necesidades, y para
desarrollar estrategias para satisfacerlos.
Narciso (los padres) representa el
sistema parental, el cual, por cualquier razón (stress laboral, alcoholismo,
abuso de drogas, enfermedad mental, discapacidad física, o simplemente falta de
madurez emocional para ser padres), se ocupa
principalmente de satisfacer sus propias necesidades. Narciso
obsesionado consigo mismo se vuelve incapaz de ver, escuchar y reaccionar a las
necesidades de los demás.
Elementos de un
Sistema Narcisista:
Dentro del
sistema de la familia narcisista, el locus para satisfacer necesidades
emocionales[1] está invertido: mientras
que, en una familia saludable, los padres intentan proveer de todo para
satisfacer las necesidades de los niños; en una familia narcisista, se
convierte en la responsabilidad de los niños el satisfacer las necesidades
emocionales de los padres.
1. Una
responsabilidad Tergiversada
En una
familia saludable, los padres aceptan la responsabilidad de satisfacer ciertas
necesidades de sus niños, hacen que sus propias necesidades estén satisfechas
por su cuenta o entre la pareja, y/o con otros adultos que sean capaces de
hacerlo. En tal familia, la expectativa intrínseca está en que los niños no son
responsables de satisfacer las necesidades de sus padres. Al contrario, los
niños son “responsables” de aprender
gradualmente cómo satisfacer sus propias necesidades de una manera
independiente. Se espera que un niño, con el apoyo de los padres se involucre
en un proceso de aprendizaje que dura más o menos 18 años, en el cual aprenderá
las habilidades necesarias para llevar una vida satisfactoria. Si el proceso
funciona correctamente, el niño va a aprender a través del modelo parental a entregarse
al servicio de los demás satisfaciendo a un mismo tiempo sus propias necesidades
emocionales.
Contrariamente
en la familia narcisista los padres no están focalizados en satisfacer las
necesidades emocionales del niño. La responsabilidad se tergiversa, es decir,
en lugar de residir en los padres se desplaza hacia el niño. Es así que el niño
se convierte de manera inapropiada, en responsable de satisfacer las
necesidades de los padres, y, al hacer esto, se le priva de la oportunidad de
la experimentación necesaria y del crecimiento.
2. Niños reactivos a
las expectativas de los demás
Tal como
Eco sólo podía reflejar las palabras de los otros, del mismo modo los niños
criados en una familia narcisista se convierten en seres reactivos o reflectivos.
Dado que aprenden desde muy temprano que su principal trabajo es el de
satisfacer las necesidades de los padres, cualquiera que éstas sean. No
desarrollan la confianza en sus propios sentimientos y juicios. De hecho, sus
propios sentimientos son una fuente de incomodidad: es mejor no tener
sentimientos en lo absoluto, que tener sentimientos que no pueden ser
expresados ni aceptados incondicionalmente. Adquiriendo la necesidad crónica de
gustar y de ser validado constantemente.
Entonces,
en lugar de actuar según sus propios sentimientos y de una manera proactiva, el
hijo espera hasta ver lo que otros esperan de él o necesitan, y luego reacciona
según sus expectativas. La reacción puede ser ya sea positiva o negativa –el
niño puede elegir, ya sea satisfacer las necesidades expresadas o tácitas, o
revelarse en contra de esas necesidades-, pero, sea cual fuese esa reacción,
todo es reactivo.
3. Problemas con la
intimidad
Para el
niño de una familia narcisista las relaciones íntimas son un problema. Los niños
de estas familias han aprendido a no confiar. Por lo tanto, durante el estado
adulto, no importa cuánto quieran formar relaciones cercanas y amorosas,
siempre tendrá dificultades para bajar las barreras a la confianza que ya han
erguido hace mucho tiempo. La satisfacción de necesidades como la seguridad
psicológica y física es el eje central para el desarrollo de la confianza en el
niño. El sobreviviente de una familia narcisista tiene dos opciones, ya sea
aprende a no confiar o una vez que confía se le enseña a que no confíe más.
Cuando son bebés o niños pequeños, muchos fueron bien alimentados, los
mantuvieron en un lugar cálido, se les mimó, se les trató bien. Un niño
dependiente, necesitado (como somos todos), es una mínima amenaza para el
sistema de los padres: las necesidades son simples y el sistema parental es
capaz y además quiere satisfacerlo. Pero a medida que el niño crece y busca
diferenciarse de los padres, las necesidades comienzan a ser más complejas. El
sistema parental puede ser francamente incapaz de ocuparse de estas
necesidades, o puede verse amenazado por éstas y sentirse más y más ofendido. A
esta altura la responsabilidad de satisfacer las necesidades comienza a
tornarse del padre hacia el hijo y la erosión de la confianza comienza.
Mientras
que ciertos comportamientos obvios (emborracharse o avergonzar al niño) van a
producir obviamente una crisis de confianza del niño. Adultos que se criaron en
familias narcisistas, con frecuencia describen una disfunción que es mucho más
encubierta, describiendo a sus padres como “sólo
están ahí”.
Las familias
narcisistas suelen funcionar de manera encubierta
En la
mayoría de los casos estudiados de familias narcisistas se han encontrado
disfunciones más sutiles que en otros tipos de familias disfuncionales. Puede
ocurrir que un consultante o paciente llegue a terapia traumatizado y con
rasgos muy semejantes a los que solemos encontrar en casos de adultos hijos de
familias alcohólicas por ejemplo. Pero, sin embargo, el terapeuta o counselor no
llega a entender de dónde ni porqué se originaron los problemas de esta persona.
Un adulto victima de padres narcisistas puede llegar a terapia con un genograma
familiar y con un historial donde no hubo abusos, donde nadie bebía ni consumía
drogas. Esto ocurre porque la familia narcisista en general funciona bastante
bien. Los niños son alimentados, tienen ropa, fiestas de cumpleaños, se los
lleva de vacaciones y se gradúan en buenas escuelas. La familia parece normal, incluso
cuando se la mira de cerca. Pero la disfunción pasa por otro costado. El
problema fue que se esperaba que los niños satisfacieran las necesidades de los
padres. Esta situación puede parecer incluso saludable en algunos casos como
manifestación de responsabilidad y maduración en el niño, pero emocionalmente es
una tragedia que a la larga se llevará como una pesada carga. Los niños de esta
familia suelen ser adultos que llegan a terapia habiendo leído todos los
libros, hablado muchas veces con sus hermanos y amigos, y todos ellos le han
reforzado la idea de que no había nada malo en su familia. Estas personas
llegan completamente convencidas de que tiene que haber alguna falla en su
propia personalidad. ¡Esto debía ser así, porque no había nada malo en la
manera en que fueron criados!
Enfoque terapéutico
El modelo
de tratamiento para la familia narcisista debe estar enfocado en las
necesidades emocionales y en la capacidad de contactar con los propios
sentimientos, aumentando la confianza en sí mismo y en las decisiones tomadas por
él libre y responsablemente. El consultante debe aprender a no ocultar,
reprimir o postergar sus necesidades. La aceptación incondicional de la propia
historia de vida no podrá en absoluto cambiar su pasado ni anular los daños que
se le han hecho durante su infancia. Sin embargo, gracias a este doloroso e
incómodo tocar fondo el consultante podrá hacer el duelo que le permitirá
recuperar la identidad que se hallaba atrapada en la cárcel invisible del
pasado. Una vez superado el duelo el paciente podrá asumir la difícil tarea de
dejar de sentirse víctima de su pasado para convertirse en un ser renovado que
asume su historia personal y vive con ella orientado hacia un futuro de entrega
y amor que trascienda toda carencia.
Dos ejemplos:
Hilda y la madre que
“siempre está ahí”:
“Mi mamá estaba siempre ahí, haciendo las
cosas normales. Pasábamos bastante tiempo en casa con ella y estaba… ahí. Pero
recuerdo haberme sentido como que no podía acercarme lo suficiente a ella. Es
difícil describirlo. Ella estaba ahí, se preocupaba, pero no realmente.
Recuerdo haberle dicho eso que me preocupaba tanto, de mi mejor amiga que me
había humillado tanto en la buffet de la escuela -enfrente de todos- y ella
hizo un gesto con la cabeza y me dijo todo lo correcto, pero era como que me
hacía sentir que me estaba dedicando su tiempo, haciendo lo que las madres
tienen que hacer y sacándolo del “libro de las madres”… porque, en cuanto
terminé, comenzó a hablar de mi papá, de cómo ella estaba enojada con él,
porque le había hecho algo. Como si yo no le hubiese dicho nada!… Y eso no fue
una sola vez, un incidente, en realidad esto pasaba ¡todo el tiempo!... Yo la
adoraba, y supongo que todavía lo hago; yo sé que me quería, pero era como
tratar de agarrar humo, uno no lo puede agarrar con las manos. Aún me siento
así”.
La historia
de Hilda no es una historia de abuso obvio, abierto o dramático. Se trata de
una incapacidad emocional por parte de la madre hacia la hija. Hilda sentía que
el centro de atención de su mamá no estaba puesto en ella, y tenía razón:
estaba puesto en la relación con su marido. Su madre realmente quería que Hilda
le prestara atención a ella, que fuera su aliada y que satisficiera sus propias
necesidades emocionales.
Florencia y la madre
que “hace de madre”:
Florencia
es una secretaria ejecutiva de unos 31 años y trabaja para una corporación
ejecutiva de alto nivel. Está casada felizmente y tiene tres hijos de edad
escolar; el cuarto niño murió cuando tenía 6 meses, de un ataque de neumonía,
seis años antes del comienzo de la terapia. Ella comenzó la terapia luego de
haber vivido en secreto con ataques de pánico por dos años. Sentía que corría
el riesgo de suicidarse, y ya no podía evitar los ataques. El relato de Florencia
acerca de su familia de origen, de la experiencia que había tenido, era el
relato de una persona que había tenido una familia cercana, cálida y religiosa.
Eran seis hermanos: el padre era un oficial militar de alto rango, y la madre
permanecía en casa dedicada a sus hijos. Florencia contaba siempre, por
ejemplo, que tenía muchos chicos con quienes jugar y que a su mamá nunca le
importaba que su casa fuese el centro del vecindario para que jugaran los
niños. Tenía recuerdos de haberse sentido especial, porque vivía en una base
militar y todos saludaban a su padre y saludaban a los niños. Recuerda haber
tenido cinco o seis años cuando se perdió dentro de la base, para luego ser
“rescatada” por seis soldados, que la llevaron a tomar un chocolate caliente
con galletas y después la llevaron a casa en un jeep. Habló de cómo le gustaba
ir a la oficina de su padre y sentirse muy importante porque era la pequeña
hija del coronel.
Sin embargo, cuando se le preguntó acerca de sus relaciones
con su padre y su madre, su voz se ponía nerviosa. Había una rabia muy
suprimida, hasta cuando contaba un acontecimiento feliz. Florencia se convirtió
en una especie de armadillo, alguien con un caparazón muy duro que la protege, siendo
por dentro una persona muy suave y vulnerable. Sus comentarios acerca de su
familia, sus colegas y su marido, por lo general, eran sarcásticos. Hacía
chistes agresivos acerca de todo, enmascarando su rabia como humor. Pero luego
de muchos meses de terapia, una imagen comenzó a emerger. Emergió con una
actitud agonizante, ya que era muy difícil para ella decir cualquier cosa sobre
su padre que fuera a ser visto como negativo.
Básicamente,
Florencia no tenía ninguna conexión emocional con su mamá; su madre no lo podía
permitir. Su madre era “una madre que hace” (en oposición a “una madre que es”).
Luego de más de un año de terapia, Florencia describió a su mamá de la
siguiente manera:
“…mamá se pasaba todo el tiempo tratándose
de ganar esa alas de mierda [refiriéndose a las creencias religiosas muy
fuertes de su madre, especialmente en los últimos años]. De lo único de que se
trataba era de cómo era vista por los otros. Todo lo que no tenía sustancia ni
nada para nuestra relación. Nos recuerdo a todos nosotros vestidos
impecablemente y haciendo fila para ir a la iglesia. La familia del coronel,
nosotros ocho, siempre sentados en el mismo banco de iglesia. Aunque nos
estuviéramos muriendo, teníamos que levantarnos, vestirnos e ir a la iglesia.
Estaba tan ocupada haciendo lo que era correcto y asegurándose de que todos
hiciésemos lo correcto, para asegurar su lugar en el cielo. No importaba lo que
sentíamos, o ¡ni siquiera si sentíamos algo! Lo único que importaba es que
hiciéramos. Y yo, personalmente, siempre me sentí muy mal, excepto cuando
estaba con mi papá. Él me hacía sentir importante. Él era un héroe. Usted sabe…
el uniforme, todas esas medallas, toda la gente que lo saludaba donde sea que
el fuera. Pero mi mamá, ¡uf! Yo sabía que nunca iba a estar a la altura de lo
que ella me pedía. No sabía ni por qué; no podía preguntar. Entonces era
presumida por afuera, pero siempre estaba muy enojada, y… lastimada”.
Según como
progresó la historia de la familia de origen de Florencia, fue más y más evidente
para ella que las necesidades de su niñez no habían sido levemente ignoradas,
sino que habían sido sacrificadas para servir a otros (y, en este caso sobre
todo, por las necesidades de sus padres). Las convicciones religiosas de su
madre, hicieron que los sentimientos fueran irrelevantes. Había una manera
prescrita de cómo vivir, y así era la manera como se debía vivir, punto. No
importaba como uno se sintiera acerca de eso. La carrera del padre era muy
importante para ambos padres. El papá de Florencia siempre fue el primer foco
de atención en la vida de su madre. En esta pareja de padres, cualquier cosa
que amenazara el estatus, el ego o la paz del padre, era intolerable. Esa era
la dinámica tácita que manejaba esta familia narcisista. Cuando Florencia quedó
embarazada a los 16 años, su padre se enfureció y le pegó arrojándola por las
escaleras; su madre apoyó esta acción, culpándola a ella. Unos años más tarde,
cuando el niño pequeño de Florencia murió, su padre fue incapaz de asistir al
funeral, dijo que estaba demasiado triste. El día después del funeral, su madre
le dijo que se estaba comportando de una manera egoísta al llorar, y que “debía levantarse y hacer lo que era
correcto” (es decir, limpiar la casa y preparar la comida, en caso de que
alguien fuera a visitarla. Inmediatamente después, la mamá de Florencia se fue,
y su joven marido tan triste y sus tres hijos se las tuvieron que arreglar
solos. Ella regresó a su casa diciendo “tu
padre me necesita; esto ha sido tan duro para él”.
“¡¿Y qué hay de mí?!”, gritó Florencia
cuando contaba su historia. “¡¿Acaso no
pensó que me podía lastimar?! No, a mí no se me tenía permitido sentir o
apenarme. ¡Yo no existía para ella, yo no estaba haciendo lo correcto! ¡Y que
Dios me perdone si llegara a llorar, a sentirme lastimada o hasta necesitarlos”
Excepto por
aquella oportunidad en la que el padre de Florencia la empujó por las
escaleras, nunca nadie fue golpeado en la familia. Nunca a nadie “le falto algo” materialmente. Ninguno
de los padres sufrió el abuso de alguna sustancia, ni de ninguna enfermedad
mental, de discapacidad física, de nada. Pero era una familia disfuncional narcisista.
La expectativa clara era que los niños debían satisfacer las necesidades
emocionales de los padres, y que los niños no debían solicitar a sus padres
para que los apoyen emocionalmente.
Conclusión
Es mi deseo
que este artículo pueda ayudar a terapeutas y counselors a descubrir el vacío
existencial y emocional que agobia a un sobreviviente de este tipo de familia
disfuncional. Especialmente porque resulta difícil ubicarlos dentro de alguna
categoría, o un marco de trabajo alrededor del cual organizar el tratamiento o
las técnicas necesarias para estimular el desarrollo inhibido de la vida
emocional y afectiva de estas personas que sigue latente.
Concluímos
con las palabras de John Bradshaw[2]:
“Lo que un niño necesita más es un
protector firme pero que lo entienda, alguien que necesita que sus necesidades
se vean satisfechas gracias al esposo o a la esposa. Tal protector necesita ver
resuelto el problema en sus propias relaciones, y también requiere tener un sentido
de responsabilidad. Cuando este es el caso, tal protector puede estar
disponible para el niño y proveer lo que el niño necesita”.
[1] Hablamos de necesidades emocionales porque un
sistema narcisista puede perfectamente satisfacer otro tipo de necesidades del
niño, como son las de educación, vestido, higiene, la alimentación, etc.
[2] John Bradshaw es una de las figuras más sobresalientes en el
campo de la recuperación de las familias disfuncionales. Además de seminarios,
ha dirigido varias series de televisión sobre estos temas. Bradshaw es el autor
de una serie de cuestionarios que abarcan todas las etapas del desarrollo,
desde los años cruciales de la primera infancia hasta la adolescencia, que
permiten descubrir con precisión dónde tuvo lugar la interrupción del
crecimiento normal y saludable, para así volver a conectar de forma gradual y
segura con los sentimientos congelados del pasado. En sus obras John Bradshaw
describe de forma conmovedora, su propio viaje interno y nos muestra como
nuestro niño herido puede volver a ocupar el lugar del "niño
maravilloso" que siempre mereció.
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